Fuerte caída en la superficie cultivada de tomate para industria preocupa al sector

La campaña 2025/26 del tomate para industria muestra una reducción de hasta un 33% en la superficie cultivada a nivel nacional. Importaciones de pasta, presión impositiva y contratos incumplidos generan un escenario de incertidumbre que preocupa a productores y a la Asociación Tomate 2000

INDUSTRIA Y COMERCIO24/09/2025Victor GarciaVictor Garcia
tomate para industria
Se proyecta una importante reducción en la superficie cultivada de tomate para industria

La temporada 2025/26 del tomate para industria se presenta con un escenario complejo en Argentina, marcado por una fuerte disminución en la superficie cultivada. Guillermo San Martín, gerente de la Asociación Tomate 2000, expresó su preocupación ante esta situación y advirtió que el impacto de las importaciones de pasta de tomate, junto con la elevada carga impositiva nacional, están debilitando las bases de una de las principales cadenas agroindustriales del país.

“Esta nueva temporada se proyecta bastante complicada. Principalmente por el impacto de las importaciones de pasta. Que hicieron bajar el precio del tomate que no está contratado.”

San Juan, epicentro de la producción de tomate para industria en Argentina, ha demostrado durante años su potencial productivo. Las condiciones agroclimáticas favorables y los avances tecnológicos permitieron que en la campaña pasada se alcanzaran rendimientos récord de hasta 110 toneladas por hectárea, consolidando a la provincia como líder indiscutido del sector. Sin embargo, esta nueva campaña muestra una retracción preocupante. Tiene que recordarse que en la temporada pasada bajo el programa de Tomate 2000 se cultivaron unas 2500 hectáreas de tomate para industria. Otro de los aspectos que se tiene que destacar de los productores de tomate para industria es el alto grado de tecnificación y automatización en los cultivos. Esto va desde el riego inteligente hasta la siembra y cosecha mecanizada.

“Mirá, esta nueva temporada se proyecta bastante complicada. Principalmente por el impacto de las importaciones de pasta. Que hicieron bajar el precio del tomate que no está contratado. Así que, bueno, esperamos prácticamente una caída  del 20% en lo que es el programa”, explicó San Martín.

Reducción de hectáreas cultivadas
En números, el retroceso es significativo. Mientras que la superficie nacional rondó las 6.000 hectáreas en la campaña anterior, las proyecciones para este año anticipan un desplome de hasta un 33%, con alrededor de 4.000 hectáreas cultivadas en todo el país. Dentro del programa específico que coordina la Asociación Tomate 2000, la superficie se reduciría a 3.200 hectáreas distribuidas entre San Juan, Mendoza y La Rioja.

“El precio del mercado interno depende del precio internacional y el precio de la pasta importada nos pone un techo al precio de la materia prima nacional. Así que, bueno, es muy importante tener en claro la ecuación del tipo de cambio”, advirtió el gerente.

 “El precio del mercado interno depende del precio internacional y el precio de la pasta importada nos pone un techo al precio de la materia prima nacional.”

El peso de las importaciones y la presión fiscal
El ingreso masivo de pasta de tomate desde el exterior no solo limita el precio interno, sino que también condiciona las relaciones comerciales entre productores e industria. La Asociación Tomate 2000 gestionó ante los gobiernos provinciales y nacional una apertura comercial más gradual, similar a la que aplican países desarrollados. Sin embargo, esa transición no se concretó, dejando al sector expuesto a una competencia que consideran desleal.

“Lamentablemente, la situación de la importación también está condicionando las relaciones comerciales, porque como te digo, la pasta importada le pone un precio, un techo, un precio de techo a la materia prima, entonces eso está influyendo en las contrataciones comerciales”, afirmó San Martín.

A este factor se suma la presión impositiva nacional, particularmente en las cargas laborales, que encarece los costos de producción y resta competitividad al tomate argentino frente al producto importado.

Productores sin contrato: el eslabón más débil
El esquema de contratos, que garantiza precios mínimos y cierta estabilidad, se presenta como un salvavidas en medio de la incertidumbre. No obstante, los productores que quedaron fuera de este sistema fueron los más golpeados por la situación.

“No solamente no compró toda la superficie libre que había incentivado, sino que importó una cantidad significativa, que hizo bajar el precio del tomate libre en el mercado. Y que hoy está empujando la superficie cultivada hacia abajo”, en relación con la actitud de Baggio durante la temporada pasada

Si no dispone de los contratos, lo que sucede es que está librado a los vaivenes del mercado, no tiene ningún sostén, ningún piso. Y bueno, eso hizo que los productores, que tenían superficie libre o sin contrato, se les bajara el precio notablemente”, relató San Martín.

El dirigente también recordó que parte de la superficie libre se generó por incentivos de algunas industrias, que finalmente no cumplieron con la compra de esa producción y optaron por importar, tal es el caso de Baggio en Mendoza. “No solamente no compró toda la superficie libre que había incentivado, sino que importó una cantidad significativa, que hizo bajar el precio del tomate libre en el mercado. Y que hoy está empujando la superficie cultivada hacia abajo”, denunció.

Un año bisagra para el sector
La combinación de importaciones, falta de reglas claras y presión impositiva pone en jaque a un sector que, hasta hace poco, mostraba números récord y un potencial de crecimiento sostenido. El impacto en los productores locales, especialmente los pequeños y medianos, podría derivar en un nuevo proceso de concentración y reducción de la superficie destinada al tomate para industria. De hecho, el crecimiento de esta cadena productiva, hizo que por primera vez se produzca lo que Argentina consume en tomate. De acuerdo a estimaciones, en Argentina consumen entre 10 y 15.5 kilogramos de tomate industrializado por año y unos 16 kilogramos de tomate fresco por persona por año.

El desafío hacia adelante, según San Martín, estará en recomponer un marco de previsibilidad que permita a los productores sostener la actividad. El resultado de esta temporada será clave para definir si el tomate industrial argentino puede mantener su competitividad o si la dependencia de las importaciones terminará desarmando parte de la cadena productiva que San Juan supo liderar.

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