Preocupación por los cambios en el consumo joven y los vinos sin alcohol

La industria del vino en Estados Unidos atraviesa una crisis marcada por el cambio en las tendencias de consumo: los jóvenes priorizan opciones sin alcohol y estilos de vida saludables, dejando atrás una bebida que fue sinónimo de tradición

INDUSTRIA Y COMERCIO04/11/2024
vinos sin alcohol
Las tendencias globales marcan el consumo de vinos

La industria vitivinícola estadounidense, que por décadas experimentó un crecimiento sostenido, hoy enfrenta uno de sus momentos más críticos. Millones de botellas se acumulan en bodegas y almacenes mientras el mercado observa, desconcertado, cómo las generaciones jóvenes se alejan de esta bebida tradicional. El impacto en la industria es profundo y, según expertos, refleja tendencias que ya se extienden a nivel global, incluso en países productores como Argentina.

La transformación de los hábitos de consumo
En 2023, la crisis del vino en Estados Unidos alcanzó niveles alarmantes. Las cifras globales de consumo cayeron a 221 millones de hectolitros, en comparación con los 247 millones registrados en 2017. Esto se traduce en aproximadamente 3.500 millones de botellas que quedaron sin vender, marcando un duro golpe para el sector. Los productores, que alguna vez encontraron en el vino un mercado seguro, ahora ven cómo las preferencias de los consumidores jóvenes se inclinan hacia alternativas que, en muchos casos, no incluyen alcohol.
De acuerdo con el economista Mike Veseth, editor de The Wine Economist, la generación de los baby boomers, históricamente los mayores consumidores de vino en Estados Unidos, ha reducido significativamente su consumo a medida que envejecen. Por otro lado, las generaciones más jóvenes, como los millennials y la generación Z, no compensan esta disminución: muchos optan por estilos de vida más saludables o por bebidas como la cerveza artesanal, los cócteles sin alcohol y hasta infusiones naturales.

La influencia de los movimientos de sobriedad y salud
Movimientos populares como el "Dry January" (enero seco) y el "Sober October" (octubre sobrio), que promueven la abstinencia de alcohol durante un mes, están ganando cada vez más adeptos, especialmente entre los jóvenes. Estas tendencias, sumadas al interés por estilos de vida sin alcohol, están afectando directamente a la industria del vino. Bodegas que durante décadas florecieron en regiones vinícolas de Estados Unidos ahora enfrentan el cierre, mientras que en los viñedos se ven uvas sin cosechar o, en algunos casos, se arrancan cultivos de raíz para reducir las pérdidas.

Respuestas de la industria: vino desalcoholizado y nuevas estrategias de mercado
La industria del vino ha comenzado a implementar estrategias innovadoras para revertir esta crisis. Una de las más recientes es la campaña "Come Over October", una respuesta al "Sober October" que invita a los consumidores a compartir una copa de vino en un ambiente social y relajado. Con ello, los productores buscan devolver el atractivo social al vino, una bebida que tradicionalmente ha sido sinónimo de reuniones y celebración.
Además, el sector está explorando el mercado de bebidas sin alcohol, un segmento donde la cerveza y los cócteles han dominado hasta ahora. La producción de vino desalcoholizado se perfila como una posible vía para aprovechar el excedente, aunque persiste el reto de seducir a un público que busca cada vez más opciones saludables y menos tradicionales.

Implicancias para la industria argentina
Los cambios en el consumo de vino en Estados Unidos también están siendo observados de cerca en Argentina, un país con una fuerte tradición vitivinícola. Con una industria que ha sabido adaptarse a los cambios, los productores argentinos enfrentan ahora la necesidad de responder a esta transformación global. La adaptación a estos nuevos patrones de consumo podría incluir la diversificación hacia vinos desalcoholizados, promociones orientadas al público joven y campañas que resalten el vino como una bebida accesible en momentos de alta inflación.

También la industria tendrá que hacer una inversión tecnológica para poder responder a estas necesidades de nicho. En la provincia, durante la primera gobernación de Sergio Uñac, estando como Ministro de la Producción Andrés Díaz Cano, por medio de financiamiento subsidiado, dos empresas compraron desalcoholizadores que utilizaban la evaporación para sacarle el alcohol a los vinos. Dos de las empresas que adquirieron estos elementos fueron Bodegas Hagmann y Fraccionadora San Juan. En ese momento, distribuidora San Juan presentó un vino desalcoholizado, en realidad fue de baja gradación.

La industria vitivinícola estadounidense, y por extensión la argentina, tiene ante sí el desafío de conquistar a un nuevo tipo de consumidor: jóvenes que valoran la salud, las opciones sostenibles y las experiencias de consumo diferentes. La transformación será clave para la supervivencia y el crecimiento en un mercado que, hoy más que nunca, demanda innovación y creatividad.

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