Reconversión mental, para seguir produciendo

Hay productores que aún no toman conciencia de la realidad hídrica. Sin saber que las proyecciones son y serán cada vez más críticas. Sin embargo, hay quienes sostienen que se puede seguir cultivando y ampliando el sistema productivo, pero ¿hasta dónde se podrá hacer lo que algunos proponen? ¿De dónde vamos a sacar el agua? ¿Vamos a seguir sobreexplotando los acuíferos sin ningún tipo de racionalidad?

AGRICULTURA04/09/2025Victor GarciaVictor Garcia
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No se puede permitir el derroche del agua en San Juan

Siendo realistas, en el actual contexto, se tiene que pensar en ser sustentables y producir más calidad eficientizando el agua. Para ello se deben tomar varios parámetros y los cambios no son inmediatos, se deben dar de manera gradual. Lo malo es que el criterio de sustentabilidad ya lo hemos perdido por la ausencia de una política hídrica en San Juan que ha orientado la situación hacia una sobreexplotación de los acuíferos en el Valle del Tulum por ejemplo.

Pero uno de los ítems para producir con más eficiencia es que se debe abolir el riego a manto. Si bien hay cultivos como alfalfa que se riega con bordos, se tiene que buscar la aplicación de tecnologías que lleven a que se utilice menos agua y haya igual o más producción. También la vitivinicultura tiene una deuda pendiente con la aplicación e implementación de tecnologías de riego inteligente.

La utilización de tecnologías tiene un costo alto, que lleva a que sean pocos los que puedan acceder, a pesar de los esfuerzos del gobierno provincial por poner líneas de crédito subsidiadas. Más en un contexto de país, en los que el péndulo político nos lleva de un lado al otro. En el que las pymes productoras que en general, son la base del desarrollo interno, se encuentran en crisis por la competencia y los beneficios que tiene la importación y también la carga impositiva nacional, que por más que se prometió bajar sigue siendo altísima, lo que nos convierte en los más caros a la hora de producir.

Con este panorama, las distintas cadenas de valor, el agro tienen que organizarse y lograr estándares de eficiencia que los lleve a poder producir de la mejor calidad y con los máximos rendimientos, tal cual lo exigen los mercados internacionales. Así las cosas se requieren de acciones estratégicas que deban llevar al ordenamiento de la ruralidad.

Donde no solo se mire la acción cultural de producir, sino que se analice a fondo cómo hacerlo y cuáles son los limitantes que se tienen a la hora de cultivar. Hoy en el boom, el pistacho, y su rentabilidad, hay quienes sostienen que se puede triplicar la superficie, cosa que sería ideal para la economía, pero que de entrada tiene trabas complicadas.  Si esto ocurre, ¿con qué se regarán? ¿Se va a seguir sobreexplotando el acuífero? Hoy los acuíferos han bajado considerablemente y en muchos casos, algunas perforaciones quedaron colgadas producto del agua que se extrae. Las estimaciones técnicas del INA CRAS, indican que el acuífero libre bajó aproximadamente 3 metros y el confinado 1.5 metros. Algunos técnicos sostienen que por año se extrae más de dos diques y medio de Ullum del acuífero. El tema es que el agua sale y no se vuelve a recargar. Por lo que la pileta natural, que son los acuíferos, de a poco comienza a perder volumen. Otra opción sería reconvertir. Tomando por ejemplo cultivos como la vid, que desde hace muchos años viene en crisis, reemplazarlos por pistachos. ¿Pero los productores que hagan una reconversión así van a poder esperar el tiempo que demanda poner en producción un cultivo de pistacho? Seguro que no, entendiendo que hay muchos que están al borde de cerrar las tranqueras.  Una forma de hacer el cambio es progresivo. No se para con el cultivo que se tiene y se avanza con la implementación del que es rentable. Esto lleva a que se amplíe un cultivo que ofrece seguridad en la rentabilidad, por otro que se encuentra en una crisis constante y con posibilidades de agravarse, como es el caso de la vid. Si bien lo planteado puede ser un ejemplo, en esta nueva dinámica de la producción, el que no se adapta pierde y el que pierde desaparece.

La realidad es que en medio de la falta de agua y con la seguridad de que se puede profundizar y disminuir aún más el recurso, hoy todos los sectores tienen que unirse. No solo me refiero al sector productivo agropecuario, sino también a los ciudadanos comunes y corrientes, a la industria, a la minería, que también son consumidores. En estos tiempos todos utilizan agua y sin dudas tendrían que tener un representante que busque en el Consejo de Hidráulica propuestas para su sector. El Consejo de Hidráulica se creó en 1942 bajo la ley 886, la 13-A en la actualidad. Si esto cambiara y se diversifica la cantidad de representantes en el Consejo, sin dudas habría un control entre sectores que llevarían a  un cuidado mayor del agua. Los productores agropecuarios son los que tienen el mayor consumo, del 90% al 93% del volumen total, que bajó en 2024, cuando se entregó solo 800 hectómetros cúbicos para el sector del agro. Sin embargo, miran de reojo el agua que utiliza la minería o la industria, cuando en realidad el sector tendría que hacer una mirada introspectiva para ver donde la eficiencia hídrica “hace agua”, en la ruralidad. Sin embargo, aún no hay una mirada crítica hacia adentro del agro, pero tienen una visión inquisidora sobre lo que puede utilizar, por ejemplo, la minería del cobre en la provincia.

En este contexto, voces técnicas como el  CIGIAA  ha visto, con buenos ojos, el hecho de que se fijará el límite de 800 hm3 para armar reservas de agua. Lo que sin dudas llevó a que haya una mínima seguridad de que se contará con agua, controlando su utilización.

En este contexto, todos tienen que ser contralores de lo que se gasta y/o utiliza. La idea de un plan maestro del agua, tal como lo propuso la empresa MeKorot, y que la provincia también consideró como una necesidad, es una alternativa donde se incluye a todos los sectores. Esto se vio reflejado en el hecho de que la provincia incorporó personal técnico con una visión para hacer una gestión integral del recurso hídrico. Se debe entender que el agua es valiosa y que hay pagar por ella. Cuando esto se hace e impacta en el bolsillo, todos se preocupan porque se sienta menos, lo que lleva a que se empiece a cuidar.

El agua es escasa, con las condiciones actuales es muy difícil ampliar la frontera económica productiva. La única salida es hacer una gobernanza del recurso, en la que todos estén involucrados y que no “haya coronita”, para los que históricamente no cuidaron el recurso.

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