San Juan marca la historia: comienzan a producir tejas solares únicas en Sudamérica

La cooperativa La Unión presentó un desarrollo inédito en la provincia: las primeras tejas solares fabricadas en Argentina y en toda Sudamérica. Se trata de un producto que combina sustentabilidad, innovación tecnológica y economía circular

INDUSTRIA Y COMERCIO27/08/2025Victor GarciaVictor Garcia
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Las tejas solares se conjugan con otras tejas y la misión es producir energía

La provincia de San Juan se convierte en pionera con un desarrollo que promete transformar la construcción sustentable: la cooperativa La Unión comenzó la producción de tejas solares, un producto que no solo es innovador en el país, sino también en toda Sudamérica.

La iniciativa surge en el seno de una cooperativa conformada por 40 socios que, en plena pandemia, decidieron avanzar con este proyecto. La mayoría de sus integrantes trabajaban en construcción de techos y carpintería, y a partir de la crisis sanitaria encontraron en la innovación y en la economía circular una salida productiva.

Leonardo Díaz, presidente de la cooperativa, explicó que el origen de este emprendimiento tiene un trasfondo de resiliencia. “Esto nace en plena pandemia. Nos vimos imposibilitados de seguir trabajando como constructora, entonces unimos fuerzas, creatividad y la experiencia de los compañeros que históricamente se dedicaron a los techos. Así empezamos a pensar en la posibilidad de desarrollar estas tejas y luego incorporamos el concepto de energías renovables con un panel solar integrado”, relató.

Innovación con sello local
Las tejas solares tienen la apariencia de una teja francesa tradicional, pero están fabricadas en polipropileno (PPL) reciclado y cuentan con la opción de incorporar paneles solares de 10 watts. Esta combinación permite que los techos generen electricidad sin alterar la estética arquitectónica.
Lucio Martín, gerente comercial de la cooperativa, explicó que el objetivo principal es ofrecer una alternativa más práctica, accesible y visualmente armónica que los paneles solares convencionales. “La idea es que la vivienda se vea estéticamente bien. En vez de un panel gigante en el techo, estas tejas mantienen el formato clásico. Si se rompe un panel de 10 watts, se cambia fácilmente sin afectar el funcionamiento del sistema”, detalló.

Además, el sistema se adapta al consumo energético de cada hogar. “No se mide por metro cuadrado como las tejas tradicionales, sino por el consumo de la vivienda. Una casa pequeña con electrodomésticos básicos puede funcionar con unas 50 tejas, mientras que un hogar con mayor demanda necesitará más módulos”, agregó Martín.

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Sustentabilidad y economía circular
Uno de los puntos más destacados del proyecto es su base en la economía circular. La mayoría de las tejas se produce con plástico reciclado procesado en extrusoras, al que se le agrega material virgen para garantizar resistencia. “Lo importante es que podemos trabajar con residuos reciclados que incluso podrían provenir de la actividad minera, generando un triple impacto: económico, social y ambiental”, señaló Díaz.

En este sentido, la cooperativa instaló un taller en Villa Calingasta, en un predio compartido con otra cooperativa local, la Esperanza. Allí esperan vincularse con las empresas mineras para aprovechar los residuos plásticos que genera la actividad y transformarlos en insumos para la producción de tejas. También tienen una base en el barrio Enfermera Medina

Un producto que cambia la matriz energética
El costo inicial de instalación de un techo con tejas solares es elevado: entre 12 y 15 millones de pesos para una vivienda tipo de 40 a 50 metros cuadrados. Sin embargo, la inversión se recupera rápidamente. “Con las tarifas actuales de electricidad, la amortización se logra entre tres y cinco años. Considerando que la vida útil de un panel es de 25 a 30 años, el ahorro y el impacto positivo en el ambiente son significativos”, explicó Martín.

Los cooperativistas ya piensan en ampliar el alcance de este desarrollo. El objetivo es que la tecnología llegue no solo a viviendas urbanas, sino también a escuelas rurales, puestos de gendarmería o comunidades aisladas sin acceso a la red eléctrica. “Creemos que este producto puede ser una solución para lugares que hoy carecen de energía”, remarcó Díaz.

Primeras en Sudamérica
El proyecto tiene un valor agregado difícil de ignorar: se trata de las primeras tejas solares producidas en Sudamérica. Hasta ahora, este tipo de desarrollos solo se conseguía en mercados como Europa o Estados Unidos. El proceso incluyó cinco años de investigación, prueba y error, con un fuerte compromiso colectivo y el uso intensivo de tutoriales y capacitaciones autodidactas.

“Cada vez hay que remarcar dos cosas: que son las primeras tejas solares que se producen en Argentina y en Sudamérica. Esto requiere todo un proceso de licencias y matrículas, pero ya hemos logrado las primeras muestras. Ahora buscamos abrir el camino para que la tecnología se consolide”, subrayó Díaz.

El desafío ahora es escalar la producción, consolidar alianzas con el sector minero y avanzar hacia una cadena de valor 100% sustentable. “Queremos que todo el sistema constructivo sea sostenible: desde las tejas hasta las maderas plásticas del machimbre”, concluyó Martín.

 

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